Hace unos años atrás, vine de la provincia (viví por muchos años en Chanchamayo, San Ramón. Un pueblito hermoso lleno de cataratas que queda  a 8 horas de Lima) a terminar mi 5to de media. Parece como si fuera ayer que salí del colegio a darme cuenta de la cruda realidad que es que tus papas no puedan pagarte los estudios y trabajar (créanme que eso no es impedimento para  nada). Pasar a cachuelearte y hacerte un camino propio, con las chambas que tomé, de anfitriona, de asistente, casi de aeromoza, de ejecutiva, de ayudante de eventos.


Parece como si fuera ayer que encontré un trabajo fijo y que emocionada me pagué la universidad estudiando derecho 2 años en las noches. Parece como si fuera ayer que me botaron del trabajo y deje de estudiar. De como encontré otro trabajo y estudié algo más barato: importaciones. Y me botaron nuevamente  a la mitad de la carrera y tuve que dejarlo también.
De como encontré otro trabajo más estable, esta vez en seguros (mi actual trabajo) y cuando encontré un respiro a mis deudas y gastos, me matriculé en la USIL para estudiar marketing por las noches (esta vez no me botaron del trabajo jeje) y despues de 4.5 años me gradué .

De cómo me ascendieron, de cómo aprendí, de cómo viajé a tantos lugares, de cómo traje a mi hermana, mamá y papá a la capital a vivir (si capital). De cómo esta chica despeinada de pueblo con su hermana crearon Lou Botanicals & Co. y Crystalkind. De cómo hemos conocido personas hermosas que siento, me abrazan cuando escribo un post, de cómo esta comunidad que hemos creado es lo más lindo que he podido pedirle a Dios.

Cuando pienso que no avanzo, que estoy como la tortuga porque los procesos de cambio no son rápidos, hago una recalibración de propósito. Cojo papel y lapiz y empiezo. Cuando estás desorientado es importante valorar el amor, la virtud, el trabajo duro, la persistencia los pequeños triunfos y las amistades buenas y también que me han enseñado tanto, tanto .

Ha sido duro, emocional y crudo.

Recuerdo salir con una seguridad del colegio, pensando que me iba a comer el mundo, sin miedo. Que no necesitaba de nadie ni de nada. Sin embargo, aún hoy, con todo lo vivido, tengo demasiado miedo. De todo. De fallar como líder de mi equipo, de fallar a las personas que confían en mí, de fallar a mi comunidad , de fallarle a la mikichi (porque no la veo tanto) de fallarle a mis padres, de fallarle a mis amigos.


Este miedo viene de un lugar en donde faltan muchas cosas por arreglar. Pero estoy aprendiendo a confiar en mi misma,  en mi intuición, en mis cristales (seee lo hago a menudo) en las pequeñas señales de la vida. Confío en que #papalindo (asi llamaba mi abuelita a Dios) no me soltará la mano. Confío en esta gratitud infinita que siento al mirar sobre el hombro el pasado, y ver todas las sonrisas que he recogido. De cómo medito al menos 10 minutos en el día y de cómo con un poco mas de paciencia esta ruleta rusa pasará y volveremos a la normalidad.

No hay formula, y si alguna la sabe, pues me echa una manito que aquí aun no la desciframos. Solo deseo que apreciemos en conjunto las cosas maravillosas que tenemos, por lo menos una vez al día y que nos conozcamos mas allá de mis instastories.

Les envío mi amor infinito y mi gratitud por leer estas líneas. Llévense solo esto: confía en ti misma que lo estás haciendo mejor de lo que crees.

Las amo. Con amor del bueno. Ese amor que solo viene del corazón.

Feliz día de la Mujer mi hermosa comunidad.


Mucha luz,


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